viernes, 6 de mayo de 2022

 

LA PAZ QUE SE PERDIO.

POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.

LA LEYENDA...HECHA REALIDAD...LA PERLA MAS BELLA Y CODICIADA A TRAVES DE LOS SIGLOS...LA PENINSULA DE B.C.S.

 ...Ellos eran libres como el viento...en aquella soledad donde el silencio era roto por el graznar y trino de las aves del cielo...la risa de sus habitantes...el murmullo del viento y el mar. En las níveas arenas holladas únicamente por la planta de los antiguos californios, empedradas de una diversidad de conchitas y caracoles, se paseaban majestuosa la jaiba y el cangrejo. Los ojos del Guaycura estaban acostumbrados a contemplar las diáfanas aguas, las gaviotas rasgando el aire, el venado y otros animales correr libremente por las serranías al igual que ellos...enmarcados de hermosas alboradas y bellos crepúsculos entre palmeras, cardones, manglares y mezquitales. Ellos...los guaycuras, coras y pericues, legítimos dueños de esta península, perfumada a orégano, damiana y una diversidad de flores del campo, eran las gentes más robustas y sanas...habían sobrevivido por milenios en completa armonía con la naturaleza. Así lo demuestran los testimonios de los padres jesuitas y algunos navegantes, que dejaron a su paso para la humanidad...las pinturas rupestres entre otras cosas, demuestran que habitaban gigantes en esa época como peces sus desnudos cuerpos de ébano se sumergían en el azul índigo de las aguas inundadas de placeres perleros y de las especies más finas de peces que pueda imaginar el hombre.

 PERO AQUEL AÑO DE 1534, MARCO EL INICIO DE LA EXTINCION DE LOS CALIFORNIOS.

 Las embravecidas olas arrastraban naufragando al navío por los mares de la isla de las perlas, la que así llamaron posteriormente. Espíritu Santo. A la hermosa embarcación tripulada por Fortún Jiménez y 38 gentes más le volaba el velaje amenazando en caer el mástil, después vino la calma. La embarcación se deslizaba con donaire.     Y aquellos hombres impuestos a las aventuras y las tareas más difíciles quedaron extasiados al pasear su mirada contemplativa por las hermosas islas que se duplicaban en el espejo del mar ...la lobera... como un castillo medieval custodiada por lobos, nutrias y elefantes marinos...  sus bramidos eran un deleite para el oído...los borregos cimarrones corrían por las laderas y el graznar de gaviotas no lograban sacarlos del ensueño por todas las maravillas que se ofrecían ante su vista, a su paso.

 Fortún Jiménez y los 38 tripulantes eran los primeros extranjeros que por accidente descubrían La Paz, la que llamaron la Isla de Las Perlas. El legendario hongo de Balandra con su bella y sugestiva cintura cincelada por el viento, la brisa y el devenir de las olas por milenios, les dio la bienvenida sorprendiéndolos aún más ese prodigio de la naturaleza. Llevando su mano a la frente, hurgando ansiosamente la distancia, el robusto marinero de 18 años Francisco Preciado grito de pronto: ¡Tierra! ¡Tierra a la vista! El barbado hombretón Fortún Jiménez quien capitaneaba el navío, después de asesinar a Diego Becerra de Mendoza, primo de Hernán Cortés, de un manotazo tomo el largo catalejo llevándolo a los ojos...atisbando la distancia... ¡por todos los santos!, dijo, ¡tierra al fin!

 En la rivera del mar los californios de desnudos cuerpos con sus mujeres adornadas de cuello y cintura con collares de las más finas perlas miraban asombrados a la vez que jubilosos la embarcación para ellos desconocida que avanzaba gallardamente a toda vela cortando las aguas de espumosas crestas dirigiéndose hacia la orilla. Después de meses de navegación para los hombres aquello era el paraíso. Fondearon el barco en la bahía, ahora La Paz, botaron pequeñas embarcaciones y se dirigieron hacia la playa bordeadas de palmeras, manglares, mezquitales y cardones. Los californios, hombres, mujeres y niños se abalanzaron a su encuentro amistosamente atendiéndolos, ofreciéndoles sus perlas, sus peces y todo lo que poseían en esta tierra bendita de Dios. Los Hombres que venían de lejos al ver a las hermosas y morenas mujeres de juncales y desnudos cuerpos y de negras cabelleras con sus colgajes de perlas, no les quedo duda alguna que descubrieron la Isla de Las Perlas haciendo realidad la leyenda escrita en el Libro “Las sergas de espladian” que circulo por toda Europa acrecentando la imaginación de los aventureros y piratas de la época.

 Como los antiguos californios andaban desnudos, los hombres que llegaron de lejos hicieron lo mismo y se bañaron todos juntos en el mar al calor humano, y al ver a las mujeres adornadas de perlas se apodero de ellos la ambición y la lujuria intentando violarlas, lo que molesto a los varones, soltándose la barbarie...fue una matanza, murieron 20 hombres de la tripulación, entre ellos Fortún Jiménez. Fueron los primeros extranjeros muertos a manos de los indígenas y enterrados en tierra californiana.

18 hombres como pudieron escaparon de la masacre, entre ellos Francisco Preciado que gracias a él que escribió su diario y que se publicó años después se dio a conocer al mundo que fueron los primeros que descubrieron esta tierra. Después de mil peripecias, los sobrevivientes llegaron a la capital llevando las noticias de su aventura en la Isla de Las Perlas, el descubrimiento que hicieron, así como sus hazañas y experiencias mostrando como prueba las valiosas perlas que llevaban consigo. Corrió la noticia por toda Europa despertando la ambición de muchos aventureros que deseaban conquistar esta tierra, y que a partir de entonces durante más de casi 500 años después de estos hechos, nuestra bella península es codiciada como la perla más preciada hasta nuestros días.

 Es así como el primer descubridor de La Paz fue Fortún Jiménez y su tripulación. Y dio a conocer este hecho Francisco Preciado...Hernán Cortés al ver las perlas y saber de los hechos despertó su ambición y el 03 de mayo de 1535, día de la Santa Cruz, fue el segundo visitante de La Paz, quien levantó acta oficial poniéndole por nombre Santa Cruz, por festejarse ese día de la Santa Cruz...

…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…




 

La Tenería Suela Viosca...una de las primeras y mas importantes industrias en La Paz, que dio fama internacional a Sudcalifornia, por la calidad en la producción de sus Vaquetas en la que se procesaban mas de 200 vaquetas diarias , y operaban mas de 200 trabajadores...

 

...Dulces y cristalinas aguas del estero ..de San José del Cabo, histórico estero de leyenda,amenazado a ser destruído..ojalá se transparente esa venta que hicieron, yse aplique la ley como debe ser, a ver si aplica la de extinción de dominio, y se decrete el estero como patrimonio de la humanidad..aunque los decretos les valen..

miércoles, 4 de mayo de 2022

 

LA PAZ QUE SE PERDIO.

POR MANUELITA LIZARRAGA.

“UN FORJADOR EN LA PAZ...DON RAMON BRISEÑO...FUNDO EL PRIMER MOLINO DE NIXTAMAL, LA PRIMER TORTILLERIA Y MUCHO MAS”.

Por la década de los 30...el pequeño buque “El Blanco” perdía su velaje en el embravecido mar, transportando a esta ciudad de La Paz, al señor Ramón Briseño, su esposa Lupita Rodriguera y sus hijos, procedentes de Mazatlán Sinaloa. Venía a ocupar el puesto de celador de aduana...eran tiempos de bonanzas, de perlas, oro, plata, cobre, así como la ganadería y el comercio estaban en su apogeo. Atraídos por esta tierra de misterio, promesas y leyendas, llegaban gentes de todas partes, principalmente de Nayarit, Sonora y Sinaloa, a sepultar sus raíces y unirse a su desarrollo, económico, social y cultural.

 Don Ramón Briseño fue un hombre muy entusiasta y emprendedor. Al llegar a La Paz, luego luego se dio cuenta que trabajando también en otras cosas se podía hacer dinero y vivir mejor. Le compro la concesión de la primera fábrica de hielo en La Paz a don Arturo C. Nalh. Puso su negocio donde es ahora el estacionamiento de La Perla de La Paz; y como ya tenía el hielo, también fundo la primer refresquera, “Kiss” se llamó el refresco que elaboraba, y en una carreta con la ayuda de Jesús Mendoza “el cu – cu” vendía el hielo y el refresco de casa en casa así como en los tendajones de la época. La caja de refrescos de sabores de fresa, naranja y piña con 25 “burritas” costaba 0.25 centavos...y cada refresco ya helado a 0.5 centavos. Fue un alboroto en La Paz, el hielo y los refrescos...además, Briseño les dio la idea a los carpinteros del ayer como fabricar cajones forrados con láminas para que sirvieran como hieleras, las que retacaban de aserrín para enfriar refrescos. Luego salió la cerveza, decreciendo la venta de “burritas y medias de tequila” aunque en menor escala. Cuando don Ramón Briseño salía de su trabajo de celador de la aduana, entregaba el hielo a domicilio con la ayuda de sus hijos bajo la vigilante mirada de doña Lupita, su fiel esposa.

 Debido a la demanda del hielo y refresco, el señor Briseño compró una “troca” ya que vendía el hielo y el refresco Kiss hasta las poblaciones aledañas, como Los Planes y Todos Santos. Las barras de hielo las metían en costales retacadas de aserrín para conservarlas. En 1936, se inauguró el antiguo Mercado Madero y debido a las necesidades de la época, Briseño también fundó una fábrica de velas y veladoras...carruajes, carretas, caballos, recuas de mulas, así como algunos troquecitos y carros modelos T, aquellos de “cran”, circulaban por las empedradas y polvorientas calles de La Paz...y cuando se escaseaba el hielo en La Paz, Briseño lo traía vía marítima en los barcos mercantes de Topolobampo y Guaymas. Motivado por la segunda guerra mundial, como en todas partes del país, había crisis en La Paz, aunado a las enfermedades como la tuberculosis y la muerte de los placeres perleros...y era poco el dinero circulante, pero don Ramón Briseño realizaba el comercio del trueque. Cambiaba sus mercancías, por productos propios de la región, como perlas, oro, plata, guacales de panocha, quesos, carne seca, bolas de cera de panal de miel de abeja, flores, fruta y hortaliza de los huertos familiares, bordados, canastas tejidas de palma, gallinas y pollos, chivos y hasta puercos, los que a su vez vendía en el mercado Madero, o de casa en casa.

 Luego, para sorpresa de los habitantes de La Paz, don Ramón puso la primera paletería “Briseño” y La Paz fue creciendo...y don Ramón también fue creciendo con sus empresas familiares...los hijos del matrimonio Briseño Rodriguera son: Guadalupe, Ramona, José Ramón “El Chepe”, California y Rosalba; quienes al parejo con su padre ayudaban en las labores de estas industrias. De la ciudad de Guadalajara, Jalisco, don Ramón se surtía de materias primas para las necesidades de sus negocios; maquinaria, colorantes, pabilo, gas butano, corcholatas, parafina, etc.

 Con gran regocijo, las mujeres sudcalifornianas de la época recibieron la grata noticia de que don Ramón fundó el primer molino de Nixtamal en La Paz, “El sinaloense” se llamó... ¡qué hermosos recuerdos me traen ese molino!! “¡nanita, nanita, dice la gente que hay molino de nixtamal con Briseño!” gritaban mis hermanas muy contentas, pues ya no molería tres bateas de masa para las tortillas cada una en el molino casero. Desde entonces, al morir la tarde, sobre el pretil de la encalada hornilla quedaba el balde lleno hasta los bordes de nixtamal tapado con una servilleta de manta, bordada de lindos arreglos florales a punto de cruz, y bajo las cenizas en la hornilla el rescoldo de encendidas brazas que prenderían la lumbre al amanecer del día siguiente...y a un lado del pretil custodiando celosamente el balde de nixtamal dormía mi inolvidable y fiel amigo, compañero de juegos de infancia, mi perro viejo “EL PACHUCO” de gratos recuerdos y abundantes anécdotas en la familia. El canto del gallo nos sorprendía a mi abuela, el perro y yo por aquellas empedradas callecitas de La Paz...a esa hora de la madrugada...los techados humeaban y entre olores a café de grano las mujeres del ayer, con las escobar elaboradas de varejón de dátil, barrían las calles, frentes y patios de sus hogares, porque esa era la costumbre...y el tong tong de los molinos de viento y el chirriar de rondanillas jalando agua del pozo, apagaban el ruido de nuestros presurosos pasos sobre la hojarasca...íbamos al mercado Madero a la compra diaria, el que abrían a las 4 de la mañana y al novedoso molino de nixtamal El Sinaloense; no sin antes de pasar a la lonchería de Don Conrado de La Peña a tomar un vaso de café de talega con nata y pan calientito...entre aquellos aromas a menudo, pozolada, tamales, machaca y empanadas, enmarcados de lindas y modernas canciones en la rocola.

 La lonchería siempre estaba abierta y con la música tocando...era la esquina de la alegría en La Paz...tiempos que no volverán. Interminables colas se hacían en el molino de Don Ramón Briseño...a mis escasos 5 años, temblorosa de frío, metida entre los largos ropajes de mi abuelita, olorosos a ceniza y tabaco, y el pachuco echado a nuestros pies, esperábamos turno... ¡Qué tiempos tan bonitos! toda la gente de La Paz era como una gran familia...todos se conocían. El punto de reunión a esa hora de la mañana para la gente de todos los estratos sociales, era el mercado Madero y el molino de nixtamal El Sinaloense. En el marco de aquellos ruidos mañaneros propios del mercado, el zumbar del molino, el grito del baratero cumbre que se escuchaba de puerta a puerta del mercado... ¡pásele marchantita!... Hermosas telas a 3 pesos el corte, tápalos y medias de canutillo a tostón, franelas, cabezas de indio y tuzor...afiladas de cuchillos de los carniceros, golpes de machetes sobre los huesos en un tronco, arrastre de cajones de frutas, verduras y guacales de panocha, el zumbar de licuadoras de chocomiles del español y el cepillo de don Trino Osuna raspando hielo...el estira y afloja de los precios, entre humos de cigarros y olores a café de grano y pan calientito.

 Don Ramón Briseño, originario de Nayarit, fundó así mismo en La Paz la primer tortillería “Briseño”, la primer florería, la primer vulcanizadora, el primer salón de belleza, y el primer yonque “El Chepe” 72 años tenía don Ramón Briseño cuando la madre tierra le cobro su tributo a quien le amó tanto, dejando imborrable huella, y gratos recuerdos en los habitantes de La Paz de ayer y de hoy.

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Con mucho gusto y orgullo comparto esta fotografías de mi humilde jardín, rincón de mi inspiración y recuerdos, donde pronto cosecharemos dátiles, higos, ciruelas, uvas, guanábana, limones, Tamarindo y calabazas.
 

 

LA PAZ QUE SE PERDIO

POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.

“EL NIÑO DE LA SONRISA...Y QUE PELA LOS DIENTES...DE LA RAMIREZ Y REFORMA”

 

ESTA LEYENDA ES DE MI AUTORÍA, PRODUCTO DE MI INVESTIGACIÓN, Y LA PUBLIQUÉ HACE MAS DE 25 AÑOS EN DIFERENTES MEDIOS DE COMUNICACIÓN ESCRITOS Y ELECTRÓNICOS

ya volvió a salir el niño, que cuenta la leyenda, de la sonrisa y que pela los dientes...dijo espantada la señora Rufina Guerrero. y que a través de los años desde que ella era niña escuchaba de los mayores las narrativas de que salía este niño de los dientes chuecos y pelones. Que son muchos los espantados por ese barrio, pero que nunca pensó que en esta época y tanto que se ha progresado, le fuera a salir a ella precisamente.

Fue una experiencia muy fea, dice, y que gracias a que es muy fuerte, no se desmayó como les sucedió a otras personas en la antigüedad, cuando se espantaron con la aparición de este niño de la sonrisa, y de los dientes pelones. Continúa diciendo la señora Rufina, que hace algún tiempo, no mucho, como es su costumbre, a las cinco de la mañana andaba ella barriendo la banqueta de su casa ubicada en la calle Ramírez entre Reforma e Independencia. Cuando de pronto...salió traspasando la barda de ladrillo de la familia Carballo, un niño como de diez años vestido de pantalón y camisa blanca de manta...que pasó muy orondo junto a ella que casi la atropella.

Doña Rufina, sorprendida se le quedó viendo al chamaco que continuaba caminando dándole la espalda, preguntándose ella que de donde había salido ese niño para ella desconocido vestido como un indígena y a esa hora de la madrugada, y más raro todavía en la forma que traspasó la barda de ladrillo, aun así todavía no le caía el “veinte”, cuando el chamaco de los dientes pelones había caminado una distancia de ella, de unos cinco metros, de pronto el niño se dio la vuelta quedándole de frente, y la señora ya le iba a preguntar quién era y que andaba haciendo levantado fuera de su casa a esa hora...pero no tuvo tiempo de emitir palabra alguna...fue cosa de un instante...el niño, haciéndole gestos y movimientos grotescos con el cuerpo y las manos como su fuera un tontito con una amplia sonrisa, le peló tamaños dientes y emitía como unos gorgoreos que querían ser palabras y no se le entendía.

Todavía, dice Doña Rufina, que ella no sentía miedo porque ni por asomo pensaba que fuera cosa del otro mundo, y en ese momento no se acordaba de la leyenda del niño que pela los dientes. El chamaco, al ver que ella no se asustó continuó caminando hasta la esquina de la calle Reforma; y al cruzar ésta, el niño se volvió a detener haciéndole los mismos gestos y movimientos grotescos pelando semejantes dientones y siguió caminando, pero cuando desapareció atravesando por la pared del templo evangélico, entonces, dice Doña Rufina, que sintió un pavoroso miedo que se quedó como clavada en el suelo con los pies como si fueran de plomo y parecía que la piel de la espalda se le levantaba hasta la nuca. Como pudo se metió a su casa a rezarle a la virgencita y a tomarse un té de palo de Brasil para el mal de espanto. Dice que por las dudas ya no barre en las madrugadas, mejor lo hace más tarde.

Por su parte, el señor Timoteo, de 60 años de edad, quien vive al fondo del solar, dice que de su casa sale ese niño de los dientes chuecos y pelones. Es una leyenda contada por los mayores desde el siglo pasado. cuenta la fea experiencia que le sucedió a él y sus hermanos cuando eran niños como de diez y doce años. Que en una ocasión andaban jugando a las escondidas...y a Juanito le tocó buscarlos en sus escondites donde todos estaban hechos bolita muy contentos en el juego...cuando de pronto gritó Juanito “!te encontré!”...mi hermano se había metido dentro de la casa a buscarnos y entre las penumbras se le abalanzó al chamaco creyendo que era su hermano...sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y de repente se escucharon horribles gritos...!aquí anda un indio con los dientes pelones!...!vengan rápido se metió a la casa un chamaco que pela los dientes!...se armó el alboroto y se acercaron a la casa la gente del barrio...algunos de los mayores sabían la leyenda del niño de la sonrisa...pero cuando llegaron a la casa los niños y los vecinos, estaba Juanito hablando solo... “!el niño que pela los dientes se salió por esa pared!” , señalando la barda de ladrillo, claro que los niños se empezaron a reír de él, pero los mayores que ya sabían de estas apariciones calladitos la boca se fueron retirando a sus casas.

Juanito, por mucho tiempo no se cansaba de hablar de lo mismo. Decía que el niño de la sonrisa estaba vestido como los indios, de manta blanca, se reía y pelaba los dientes. Este suceso fue el coco para los niños de aquella época, gracias a eso se disciplinaba y eran obedientes... “Ora Juan, el niño de la sonrisa te va a llevar”, era la consabida amenaza de los papás y los chamacos andaban derechitos.

Cuentan que fueron muchas las personas espantadas en la antigüedad, con el niño de la sonrisa, y que pela los dientes, entre los que se recuerda, y que fueron casos muy sonados porque se desmayaron al sufrir estas experiencias es a Doña Chepa Núñez y Ramoncita Aguirre de Flores entre otros.

...Por la Reforma y Ramírez, pásate con cuidado, porque en cualquier momento...te puedes encontrar al niño de los dientes pelados...

 

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LA PAZ QUE SE PERDIO

CON LOS PELOS DE PUNTA

POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ

…EL HOMBRE SIN CABEZA, DE AQUELLA TETRICA MANSION….

EL CHAMACO ESTABA SENTADO EN UN TAPANCO VIENDO LEJOS, CUANDO ¡DE PRONTO VIO QUE VENIA HACIA EL UN HOMBRE LARGO VESTIDO DE NEGRO, CON DOS CADENAS ARRASTRANDO, ¡UNA EN CADA MANO!, Y SE QUEDO ESTATICO, PERPLEJO, CON LOS OJOS DESORBITADOS, CON LOS PELOS DE PUNTA, POR QUE EL HOMBRE YA SE ACERCABA MAS Y MAS A EL… ¡¡PERO NO TENIA CABEZA Y FLOTABA!!

En aquella lóbrega mansión ubicada en Revolución/ Degollado y Ocampo, antiguamente fue una solariega casa, con su gran patio, donde vivió una acaudalada y prestigiada familia sudcaliforniana; Al paso de los años, fue rentada para diferentes negocios; pero el caso que me ocupa, es cuando fueron oficinas de gobierno, allá por los años 60s… Cuenta don Toñito Martínez estimado y apreciado amigo, que él trabajo en esas oficinas, y que por muchos era conocido que allí espantaban, que los que en ella trabajaban ya se habían acostumbrado a que pasaran cosas raras y andaban atemorizados la mayor parte del tiempo, pero que él nunca escucho y vio nada, que seguido le preguntaban sus amigos- ¿Oye Toño, hasta de noche trabajan ustedes?..  “No, nosotros nomas trabajamos de día”, - “Pero como no, si pase por ahí anoche y se escuchaba que escribían a máquina, mucho movimiento de oficinas, risas y sombras, de gente que cruzaba de un lado a otro, así como movimientos de archiveros que se abrían y se cerraban”. Y así quedaba la cosa, dijo Don Antonio, que ni el, ni el velador escucho ni vio nunca nada, solo los empleados y la gente que por ahí pasaba, y fue agarrando fama ese edifico de que allí espantaban, y algunos mejor le sacaban la vuelta.

Continuo diciendo, que hasta que un día el hijo del velador, un niño como de 12 años de edad, le llevo el lonche a su padre, como era la costumbre… que ya estaban cayendo las penumbras, y le dijo su papá al niño “Espérate un ratito y siéntate ahí, voy con el chule a comprar cigarros”, y el niño muy obediente se sentó en el tapanco que ahí estaba, y se quedó viendo lejos muy despreocupado dándole con los talones al cajón… Al fondo del patio allá a lo lejos había una ramada antigua, casi desvencijada, donde en otros tiempos el dueño de la casa ponía un catre para dormir al aire libre….  Y para allá miraba el niño, cuando de pronto de esa ramada de la nada cubierto por las penumbras, salió un hombre largo, delgado, vestido todo de negro, con actitud de ataque arrastrando una cadena en cada mano, dirigiéndose directamente hacia donde estaba el niño… ¡El chamaco no podía creer lo que miraba en esos momentos, aquella tarde de penumbras! Aquel hombre se acercaba lentamente, cada vez más hacia él, quien estaba con los ojos desorbitados y los pelos de punta… El hombre largo con cadenas arrastrando, ¡NO TENIA CABEZA Y NO PISABA EL SUELO! ¡FLOTABA!, el muchacho estaba paralizado de terror, y como ya casi llegaba hacia él, aquel ente del infierno, saco fuerzas de donde pudo y como el miedo no anda en burro ¡CORRIO, CORRIO, Y CORRIO! Y no paro hasta llegar a su casa.

Por supuesto que nadie le creyó aquello tan feo, que el vivo en esa tétrica y lóbrega mansión, y su papa menos, el niño estuvo muchos días enfermo, hasta con calentura, y ya no lo hicieron volver a llevar el lonche, le pegaron una buena riatera, pero el chamaco ya no quiso volver; su padre le dio otra zurra porque no le creía, pero ni así volvió; también su abuelita le dio buenos cuerazos con la cuarta en las canillas, pero ni eso lo hizo volver, es más dice, que el chamaco nunca más volvió a pasar por allí, al menos durante su niñez y juventud, que fue muy amarga esa experiencia para el vivida.

Al paso del tiempo, como a los dos meses de aquel extraño, macabro e inolvidable suceso, que cuando estaban haciendo la carretera transpeninsular, “LA TICSA”, Un sobrino del mismo velador, apodado el güero y que vivía hasta el esterito, trabaja en esa labor; y una noche que venía de regreso, pensó que se quedaría a dormir con su tío el velador en la tétrica mansión, porque venía muy cansado y a la mañana siguiente se iría al esterito. Precisamente en aquella ramadita abandonada en medio de aquel solar, dormitaba el velador de cuando en cuando, y le dijo a su sobrino que pusiera un catre junto al de él, llego la noche se cubrió todo de penumbras, se acostaron, y dicen que a la media noche cuando el disco plateado de la luna estaba en todo su esplendor, el güero ya estaba agarrando el sueño, “Cuando de pronto le jalaban la cobija hasta el suelo, y le  rascaban la planta de los pies”. El güero creyó que era su tío que estaba vacilando, y se sentaba y recogía la cobija y se acostaba nuevamente, luego por segunda vez, le hicieron la misma operación, pero ya a la tercera, no le gustó nada aquello y le dijo- “¡Oiga tío déjeme dormir!”, y le destapo la cara y cuál sería su sorpresa que este dormía como un angelito y hasta roncaba.

Fue entonces que el güero sintió un miedo espantoso, poco a poquito se fue tapando y quedo muy espichadito escudriñando a su alrededor. Aquella noche del terror todo estaba en silencio, iluminado por los reflejos de la luna, los perros aullaban lastimeramente, ¡cuando de pronto el pobre muchacho se quedó con los pelos de punta!… en la puerta de la ramadita estaba el hombre largo de negro con las cadenas arrastrando, amenazando a atacarlo, pero el colmo del terror fue que ¡NO TENIA CABEZA, NI PISABA EL SUELO! ¡FLOTABA!”  El güero no sabe cómo le hizo, ni de donde saco valor, pero con el hombro rompió la malla, ¡Y CORRIO, Y CORRIO Y CORRIO! rumbo al esterito, con el hombre flotando detrás de él, casi casi pisándole los talones, aventando cadenazos al aire, y este luego despareció al salir el güero a la calle...  EL HOMBRE SIN CABEZA SE QUEDO ENCERRADO EN LA MANSION.

El tío ni cuenta se dio, de lo que ahí paso, dormía plácidamente como un bendito; al otro día no se explicaba por qué no estaba el sobrino, y por qué la malla estaba destrozada.  A los días después de que el güero se repuso del susto, le platico a su tío lo que paso aquella noche macabra en esa tétrica mansión. Sorprendido el velador, tuvo que aceptar que su hijo decía la verdad, respecto al hombre sin cabeza que lo asusto.

…Y aquel hombre sin cabeza, cual largo era, con cadenas en sus manos deambulaba flotando por aquella lóbrega mansión, amenazando a atacar.

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